- Si decides regresar conmigo, esta vez voy a ir contigo a muerte-.Dijo él en aquellos días deseperados en los que quería ganarse su amor a toda costa.
- Está bien, a muerte los dos juntos-. Contestó ella, medio hipnotizada.
Y así fue. A muerte. Hasta que ella murió, pero de pena.
Es el segundo intento y las cosas no van bien. No me siento feliz, por algún lado estallaré. Las palabras bonitas no duraron mucho más de lo que tardaron en decirse. Y eso que yo no sabía toda la verdad, si no, no hubieran durado ni el tiempo en que son pronunciadas.
Estallé. Ahora soy una loca y una histérica. Pero me niego a pasar mis días tumbada en un sofá esperando a que pase algo mágico que no se está buscando, o que se está perdiendo. Dices que no me entiendes y yo lo afirmo. Estamos a años luz. Yo no entiendo tu hermetismo, ni tus secretos. No entiendo porque nunca soy invitada a tus conversaciones, aunque se traten de banalidades. Ni porque no haces un esfuerzo en entender las mías.
Yo estaba tan bien... Vivía un momento dulce, me encotré con gente en el camino capaz de estimular mi mente y mi alma, si es que no son una misma cosa. Y eso me hacía feliz, más que comprarme veinte pares de zapatos de cenicienta. Pero me dejé llevar por tus encantamientos de serpientes y fui muy feliz, todo lo feliz que se puede ser cuando uno se empeña en algo, aunque esté diametralmente equivocado. No, no me digais que ya te lo dije, bastante tengo ya.
Lo curioso es que la vida, el destino, el azar y mi maldita curiosidad infantil, me llevaron a ir conociendo la verdad día a día. Y día a día fui enfermando hasta acabar en fase terminal. Poco a poco entendí muchas cosas que fui obviando, quizá por mi obsesión en no querer dormir sola. Pero me dejé enfermar. Cuando noté que no era este el camino, me propuse irme, quería una huída, pero se complicó y está siendo un lento mutis por el foro. Demasiado lento.
Hoy sé muchas más verdades de las que sabía ayer y tengo un sentimiento horrible de pena, de pérdida de tiempo. Si ya me había dejado cosas por el camino, ahora encima me voy dejando tiempo. Y energía. Creo que me dejaré morir. Así ya no hay nada que perder. Es duro enfrentarse a lo que ha sido un engaño contínuo, a las risas de los demás cuando te dejan de lado. Hoy sé que no volviste por mí, sé que no estuviste desocupado mientras estabas lejos. Sé lo que piensan de mí los del otro lado. Sé que mientras tus condiciones eran draconianas conmigo, tú te las saltabas a la torera. Y he vuelto a dar mil pasos hacia atrás, llegando al punto de hace dos años. Te pedí que no me hicieras pasar dos veces por lo mismo, y aunque es cierto que nunca creí que no lo fueras a hacer, cerré los ojos con fuerza y te seguí. A ciegas. A muerte.
Mi lado bueno es muy bueno, es maravilloso, pero mi lado malo es cruel. Sin embargo esta vez he tendido a racionalizar las cosas: Me encantaría poder vengar ciertas cosas que han pasado. Me encantaría poder causarte el dolor que tú me has causado multiplicado por diez, ser yo la que puediera hacerlo. Que vieras lo que es, porque nuestros actos siempre tienen consecuencias en los demás, aunque tú no lo creas. Pero no haré nada, estoy tan inmersa en mi dolor que no me sale. Y aparte creo que así demostraría lo gran persona que puedo llegar a ser. No haré nada. Yo, que no creo en el destino y que creo sólo en el azar, pienso que esta vez sí que el destino pondrá las cosas en su sitio.
No quiero que tu traición a gran escala me haga desconfiar de todo a partir de ahora. Conozco mucha gente en la que puedo confiar, porque se muestran tal y como son. Y algunas de esas personas quieren pasar parte de su tiempo conmigo. Disfrutaré de ello. Siempre me han encantado esas charlas con un buen libro en la mano, Rachmaninov y té roiboos. Ellos no se merecen los efectos colaterales de tu traición.
Los cristales de mi coche hoy están empañados pero esta vez por el frío y por los mil cigarrillos que me he debido fumar del trayecto hacia mi nueva casa, donde dormiré sola, pero sin engaños.
Estaba triste, pero ahora además siento ese dolor que te desgarra, que te impide comer y dormir, ese que no es nada bueno. Se marchará. Mientras recurriré a la ayuda externa, sea cual fuera.
- Si regresas conmigo, voy a ir a muerte.
- No lo hagas, ya estoy muerta. Morí de pena el día en que me enteré de toda la verdad oculta.