viernes, 26 de diciembre de 2008

Sustituyendo

Soy una persona libre e independiente. He estado todo el día fuera de casa, donde quería estar, disfrutando de la vida y procurándome todos los placeres diurnos que he podido: un gran desayuno, tres horas de peluquería, cosméticos caros, un paquete de tabaco entero y cinco horas de cañas con una amiga. Tan contenta y sin dar cuentas a nadie. No puedo pedirle nada más a la vida.

En esta casa que ha dejado de ser mía, sigo siendo la misma persona libre, supuestamente. Y como soy libre e independiente, me quedo aquí. No hay nada que comer. No hay nada que hacer. Busco un S.O.S, pero sólo me oigo y misma. Y es que soy tan libre...

Me tumbo en el sofá con las fuerzas justas para llamar al telechino. Qué más puedo pedir a la vida: comida china, tabaco, cerveza y una caja de ibuprofeno. En búsqueda del placer efímero. Sustituyendo sentimientos por emociones ficticias. Echo de menos tu abrazo y el humo de tu boca. Pero me alegra verte feliz.

Mírame, estoy guapa hoy, con mi pelo liso y brillante. Te espero. Y mientras sustituyo este vacío con tabletas de chocolate negro. Quizá con un somnífero.

De todas formas, esta no está siendo una mala Navidad. Soy tan libre, tan independiente, he tomado mis propias decisiones. Estoy tan bien, que sustituyo toda esta felicidad por una emoción ficticia.

No olvides que no me gusta dormir sola...

martes, 23 de diciembre de 2008

Otra vez me he perdido...

Conduzco por el centro de Madrid en una tarde de resaca. El sol invernal es cálido hoy, pero me molesta en los ojos y casi me doy con el coche de delante. Creo que mi intención es ir a mi casa (¿tengo casa ahora?) pero, como me pasa demasiado a menudo, me pierdo. Nunca lo había pensado, pero ahora que caigo, quizá me pierdo porque algo de mí no quiere volver. No, no quiero volver, seguro. Pero regreso, dando mil vueltas, haciendo un camino en zig-zag. Llevo casi cuatro días desaparecida, aunque no todo lo que me hubiera gustado. Mi vida en este intervalo de tiempo cabe en una bolsa de plástico de una tienda trendy. Pocas cosas, Pligia, Proust, Insolence, mi cepillo de dientes verde, un jersey gris mojado aún y algo de lencería. Lo necesario para subsistir como nómada un fin de semana largo, más no. El tráfico es horrible, creo que porque es Navidad, eso dicen al menos, porque yo no tengo ninguna conciencia de ello. Todos los años me empeño en la Navidad, me pido vacaciones, planifico, pienso regalos... Iba a disfrutar de todos los hábitos castizos, bocadillo de calamares en la Plaza Mayor incluído, este año que ya no tengo metal en la boca. Pero veo pasar los días... Quería una Navidad alegre, quería reirme. Pero parece que no todo el mundo quiere lo mismo. Las dos últimas navidades fueron duras y me empeñé en que esta no, pero no parece funcionar. Tendré que empeñarme más a fondo.

Continuo mi camino inventado. Tengo frio en las manos y pongo la calefacción a tope. En la radio transimiten un programa de cuentos de Italo Calvino, pero no me llego a enterar del final de niguno porque voy pensando en algo, no sé en qué. Desde luego no en el camino. Noto un tic en el labio inferior y me miro en el retrovisor. Parece que estoy aún más nerviosa de lo que pensaba. El tic se multiplica y se hace notar también en el labio superior. Mejor me fumo un cigarrillo, así seré menos consciente. Veo a gente pasear, todo muy organizado, como si todo el mundo supiera dónde tiene que ir. ¿Lo sabrán realmente? Seguro que sí. A veces creo que soy la única que se pierde. Aunque siempre me termino encontrando. Aunque sea al final.

Los de fuera se han ido ya. Los de dentro no han venido este año. No estoy triste, sólo algo desangelada, quería una Navidad alegre. Y sin tics en los labios. Y con algún regalo envuelto en celofán rojo.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Felicidad o cosas bonitas.

Hubo un tiempo en mi vida que no era feliz. Mi interior estaba lleno de cosas feas y me dedicaba a llenar mi exterior de cosas bonitas que supuestamente amortiguarían mi infelicidad. Tenía el armario lleno de zapatos caros, ropa buena repetida hasta la saciedad, perfumes exclusivos y, sobretodo, millones de libros. Conocía todos los restaurantes y locales de moda de Madrid, llenos de gente bonita por fuera, habría que ver por dentro... Todo eso no conseguía cambiar mi estado de ánimo, pero me entretenía. No estaba mal mi vida de superficialidad, aunque seguía insatisfecha y buscaba, quizá por el lugar esquivocado.

Hubo un tiempo en mi vida en que fui feliz. Dicen que me volví loca y dejé toda mi vida de comodidades a cambio de una utopía. Realmente hay que estar loca. Ese día dejé de mirar mi exterior y me dediqué tan sólo a lo que sentía, pero sólo a mis sentimientos, no a los de los demás. Era verdaderamente feliz, creo que no volveré a ser así de feliz en mi vida. No me importaba de si lo que había a mi alrededor era bonito o feo, porque no veía más allá de mi propia nariz, sólo lo que tenía más cerca y era más que suficiente. Creo que flotaba en mi sentimiento. No me importaba no tener ni dónde dormir.

No recuerdo qué pasó. Creo que fue algo paulatino que acabó con mucho ruido y muchas nueces.

Hubo un tiempo en mi vida en que no era ni feliz ni infeliz. No tenía cosas bonitas en mi interior ni en mi exterior. Tampoco cosas feas. A decir verdad, vivía de las rentas de todo lo que tuve. Vivía en una paz débil, no profundizaba en nada. Volví a buscar, aunque esta vez no sabía muy bien qué.

Hay un tiempo en mi vida en el que no soy feliz. Intento rodearme de esas cosas bonitas pero ya no es tan fácil conseguirlas. Sigo estirando mis rentas, pero cada vez son más escasas y más viejas. Ahora cada vez me cuesta más todo.

Texto sin acabar.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sexy music for a sexy girl

Todos los días toma el metro en la estación de Nuevos Ministerios. Trece minutos exactos y llegará a su destino, aeropuerto de Madrid, T1, T2, T3. Ya hace frío en la capital, pero una vez en el subsuelo, el calor húmedo y humano hace que haya que quitarse el abrigo. Todos corren como autómatas, el despistado que se quede parado se arriesga a ser tirado a la mismísima vía. Audrey espera en el andén. Lleva un sombrero borsalino a juego con su abrigo. Mira al infinito y se pone los auriculares de su I-pod, justo cuando llega el tren. Siempre intenta subir al máximo el volumen, pero nunca es lo suficiente como para no oir el estruendoso ruido de la estación. Un día más... Qué feo que es todo. Cuando para el tren, todos se empujan para lograr alcanzar un asiento. Hoy no ha habido suerte, Audrey tendrá que ir de pie. Ahora no podrá leer, así no hay quien acabe con Proust, y el viaje de trece minutos durará justo eso, quizá más.

Arranca. Vagón quinto de la línea diez. Audrey se agarra a la barra. "Ya noto que se está quemando..." Cierra los ojos y siente la música. Cuando los abre, se cruza con otra mirada "ver la sombra que proyecta cada poro de tu cuerpo". Audrey lo mira fijamente, se humedece los labios, que los tiene cortados. "Sé que deseas hacerme cosas...". En cada estación, él se va acercando un poco más. Lleva un libro en la mano, también Proust. La canción acaba y ella vuelve a ponerla "Ya noto que se está quemando". No canta, pero interpreta la canción con su cuerpo, interpreta un papel oculta por el anonimato y la droga musical, que de otra manera sería incapaz. Se quita el sombrero y agita la cabeza, sin dejar de mirar a su contrario. "tu camisa cuando notas mi aliento en tus oídos". Están muy cerca, se podrían tocar, se podrían, al menos, hablar. Pero no lo hacen, sólo se miran. A Audrey le gustaría que hubiera menos gente en ese vagón y ponerse a bailar. Se ve a sí misma girando en la barra en la que se sujeta, como si fuera una streeper. Se siente sexy, sexual. Tiene calor, se desbrocha el abrigo y un botón de más de la camisa. Él no mueve un músculo, sólo la mira, pero seguro que no sólo ve a una chica acalorada intentando mantener el equilibrio, ve la sensualidad, ve el baile, escucha la canción, ve más allá del encaje del sujetador que asoma tímidamente por la camisa de ella. Pero no hace nada. Audrey se mueve, se acerca perdiendo todo el pudor. Están tan cerca que cualquiera diría que están a punto de besarse, pero no hacen nada. "Quiero lamerte, suplicarte.." La respiración se vuelve una. "Si yo te giro para verte". Siguen sin tocarse. Quizá sea el momento más erótico de la vida de ella.

"Próxima estación, aeropuerto T1, T2, T3". Pero el hechizo no se rompe. Ella susurra un inaudible "perdón", sin dejar de mirarle y sale de del vagón, pero se queda mirando en el andén hasta que el tren deja de existir para siempre. "Navegando de tu boca, hasta el centro de la tierra.."

jueves, 6 de noviembre de 2008

El sentido.

¿Qué hacer cuando algo en lo que has puesto toda tu intención, toda tu creatividad, tu mejor saber, tu alegría, tu alma y, sobretodo, tu confianza, te traiciona? ¿En qué se puede creer después? ¿Qué hacer cuando no es la primera vez que te encuentras con la misma mentira? ¿Cómo se combate la soledad en este caso? ¿Cómo se vuelve a meter todo en una caja de embalaje? ¿Cómo haces para dar la vuelta cuando es tarde por otras circustancias? ¿Por qué uno no se da cuenta antes de las cosas? ¿Por qué me empeñaré en no escuchar?

No lo sé, no lo sé. Sólo se me ocurre una cosa, demasiado radical tal vez.

Es a mí a quien no le queda ya nada. Ni si quiera algo en lo que creer. Ni si quiera odio, sólo desazón. Cómo escuece, dios mío.

Todo es mentira.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La salida


¿Dónde está la salida? De nuevo atrapada por no haberlo pensado antes. No me di cuenta en el primer momento, pero sí en el segundo. Y aquí estoy, con menos opciones que nunca. Camino por un pasillo angosto lleno de puertas, todas con candado. Me siento traicionada, me prometieron un castillo y estoy en un corredor mugriento y húmedo. Me hablaron de aire fresco, de cambios y todo es lo mismo, peor, porque tiene el mismo nombre. Quise huir hacia adelante, me equivoqué de dirección y he vuelto a la casilla número uno, vuelta a empezar, pero esta vez con el dado trucado, jamás avanzaré seis de golpe. ¿Por qué no se abrirá una de estas malditas puertas? La verdad es que no las golpeo mucho, porque no quiero encontrarme un "ya te dije" detrás de ninguna. Así que no tengo ni siquiera derecho al pataleo, que sería una cosa vergonzosa en este caso. Sigo caminando como lo haría un sonámulo, buscando luz, la salida. Pero no, este es tu destino. Yo no creo en el destino.

Voy a hacer una cosa: Voy a cerrar los ojos y a echar a correr todo lo rápido que pueda. Dejaré que todo pase a mi alrededor, no haré nada si no correr por este pasillo. Cuando me canse seguiré un poquito más para asegurarme. Entonces abriré los ojos y seguro que encontraré la salida. Un, dos, tres, a correr. El frío se transforma en sudor, el aire sigue siendo húmedo, me cuesta respirar. Pasan cosas, oigo ruido, oigo voces, doy mi consentimiento a que pase lo que tenga que pasar sin mirar, sin detenerme. Sigo. El pelo se me pega en la cara, ya no puedo respirar por la nariz y abro la boca, se me secan los labios, me duele el costado derecho, tengo flato. Sigo. Tropiezo con algo y me caigo, prefiero no mirar qué ha sido, pero creo que me han puesto la zancadilla. La rodilla izquierda me arde y algo húmedo y caliente baja por mi pierna, creo que es sangre, por un momento pierdo la conciencia, la horientación me la dejé en la salida, pero sigo, movida por una inercia cósmica. El corazón va más rápido que mis pasos, la graganta se me ha secado por completo. Hace días que corro. No he parado ni a comer ni a dormir, sólo cuando tropiezo me permito siete segundos de descanso. Sigo. Me siento sucia, creo que la ropa está rota. Tengo que seguir, tengo que seguir aunque no pueda más. No abro los ojos, no sé lo que me rodea, lo intuyo, pero me parece monstruoso y los mantengo cerrados. Ya queda poco, lo sé.

De pronto no puedo seguir caminando. Me doy un golpe en la cabeza que me tira al suelo de nuevo. Tanteo con las manos y toco algo duro y frío, paree metal. Me llevo la mano izquierda a la cabeza como tratando de aliviar el golpe. Abro los ojos y en un primer momento no veo nada, sólo luz. Cuando me acostumbro, veo el cielo, veo vida. Sonrío, respiro hondo y camino decidida hacia la salida. Soy feliz. Entonces vuelvo a chocar con algo y me vuelvo a caer al suelo, violentamente. Rompo a llorar.

No hay salida. Veo el mundo pero no puedo salir a él. Casi lo puedo tocar, pero jamás volveré a caminar por él. Se interponen unos barrotes de hierro fuerte y oxidado. Intento pasar entre ellos llevada por la deseperación, pero no hay manera. No podré salir jamás. Grito y me doy contra los barrotes una y otra vez, una y otra vez, una y... otra vez...

No recuerdo más.

viernes, 31 de octubre de 2008

Aclaración

La mayoría de las cosas que escribo aquí son ficciones. No me pienso comer a nadie ni soy una narcisista (creo). Uso este medio para escribir relatos, no se me ocurre otra manera de hacerlo... De los útimos post, el único que era totalmente real es "Café helado y cerveza", eso sí ocurrió. Lo demás no son muestras ni tan sólo de mi estado de ánimo, son sólo relatos.

lunes, 27 de octubre de 2008

Mantis.


Debería matarte. Después de todo lo que me has hecho, debería matarte. Sin embargo, aquí estoy. Pero no te he perdonado, no se me olvida todo el mal que me hiciste. Las cosas no pasan sin más y no pienso olvidar todo ese intervalo de mi vida en el que sufrí por ti hasta más allá del dolor. Aún recuerdo cómo me dejaste, cómo me trataste como a una cualquiera, cómo me dijiste que no era yo la elegida, emponzoñando así todo ese amor que ambos decíamos sentir. Recuerdo cómo no te importó dejarme en aquella sala del aeropuerto llorando y suplicando porque no subieras a ese avión. Si me siento, revivo cada uno de esos días en que tuve que empezar una nueva vida a la fuerza, en los que cualquier cosa cotidiana era para mi un acto heróico. Recuerdo la crueldad de tus llamadas a doce mil kilómetros de distancia, cómo te enfadaba que hubiera pasado un buen día cuando tú no tenías ni idea de mis mil noches en blanco ni de mis días en negro.

Volviste. Según tú a por mí. La verdad es que me cuesta mucho creerte y eso se debe notar. Todavía me duele mirarte aunque lo haga a diario.

Pero no te he perdonado. Creo que a menudo te sigo odiando. Estoy aquí y recibirás aparentemente todo lo bueno de mí. Aparentemente. Porque todo forma parte de un plan trazado con la nocturnidad de una insomne. Lo llevaré a cabo si es que antes no muero de pena por todo aquello que ya no podrá ser. Te serviré a diario los mejores manjares según tu extraño criterio. Te entregaré mi cuerpo como jamás nadie te lo entregó, ni siquiera yo misma en aquellos días febriles. Pero no podrás saber jamás que hay en mi mente, en mi espíritu. El contenido de mi corazón creo que lo conoces, creo que ya sabes que yo soy incapaz de sentir eso que tanto me unió a ti.

Poco a poco te irás enganchando a mí como yo lo hice. Y entonces pondré en práctica mi plan. Cuando más confiado estés. Será una noche en que yo te daré todo el placer posible. Creerás flotar, te sentirás feliz y pleno. Entonces yo abriré la boca, pero no para hablar ni para preguntarte por enésima vez con vocecita dulce si me quieres. Me lo preguntarás tú a mí. Y yo te diré que sí, que te quiero, tanto que te voy a comer. Te reirás de mí como cada vez que te amenazo, pensando que jamás podría hacerte daño porque soy una pobre idiota. Sí, lo soy, pero te causo tanto morbo que no te das cuenta de nada. Te voy a comer. Mi boca se abrirá de manera descomunal, lo ensayo todos los días delante del espejo, y empezaré a comerte por los pies. Dejaré la cabeza para el final para que seas conscente de toda mi crueldad. Y en cada bocado mi corazón sufrirá la catarsis de la venganza.

Pero tú, en pleno éxtasis de juego sexual, me pedirás que siga, que no me detenga. Que lo acabe.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Ojos



Voy a escribir sobre tus ojos. Quiero escribir sobre ellos. Son verdes de otro mundo. Tienen vida propia, hablan. El resto de tu cara puede no tener expresión, pero tus ojos se ríen, se enfadan y lloran. Son fuego y son mar. Verde, amarillo, azul, gris, caleidoscópicos. Sueles mirar para abajo, hacia los pies, por vergüenza o por timidez, pero siempre están ahí, una ventana abierta a tu mente, sólo hay que saberlos leer. No necesito un análisis de ti, no necesito cartas de tarot para saber cómo eres y cómo estás. Sólo necesito mirarte fijamente. No puedes ocultar nada. Me gustan cuando son felices porque se achinan y me hacen reir a mi. Pero me encantan cuando se enfadan porque muestran pasión y queman. Sólo eres ojos. Me seducen cuando miran de frente y me da ganas de besarlos de forma lasciva, sexual. No quiero que duermas, no quiero que los cierres nunca. La tristeza los hace bellos y tiernos y me hago cruel y no te reconforto, te daño más para seguir viendo esa ternura. Llora, llora mucho que me gusta verte llorar y ver cómo cambian de color. Te ocultas detrás de enormes gafas oscuras que te dan un toque de misterio y está bien, pero hace que mi mente se vuelva loca y que camine detrás tuya para quitarte tu antifaz y tirarlo al suelo y pisotearlo para que no lo vuelvas a usar jamás. No me importa que te moleste el sol. Desde que eres miope me gustas más, porque miras sin ver, no me reconoces hasta que estoy al lado tuya y puedo perseguirte sin que te des cuenta. Enfocas abriéndolos y cerrándolos mucho. Se vuelven felinos. En la oscuridad son fosforecentes, como las vengalas de los barcos. Está todo oscuro pero sé dónde estás y tú no. No me hables, mírame.

Soy un monstruo cruel obsesionado con tus ojos. Soy un vampiro, un voayer y tú, exhibicionista.

Mejor no escribo sobre tus ojos.

Mejor escribo sobre los míos.

viernes, 17 de octubre de 2008

Café helado y cerveza

Me levanté y me hice un café. Estaba practicamente tranquila para la tensión de estos días. Mi café ardía. Entonces escuché la noticia. Comencé a tener mucho frío, pensé que hoy no habrían puesto la calefacción, y para paliarlo, le di un sorbo a mi taza. Gélido, el café estaba helado. Temblaba, tiritaba. Toqué el radiador que tengo a la izquierda y estaba funcionando. El frío era inexplicable, irracional. Ahora esto, ¿y si me buscan las vueltas a mí? Yo estoy muy segura de mi trabajo, de mi declaración. Pero parece que se busca una cabeza de turco, un chivo expiatorio que relaje a las masas. Dios mío, qué frío. Me envolví en una manta, pero el frío salía de dentro, no se calmaba. Iba a ser un día duro y debía dejar de temblar. Qué bien me hubiera venido una inmersión en una bañera con agua hirviendo.

El día fue más duro de lo que pensé al principio. Una vez en la vorágine se me pasó el frío, pero no el tembleque. Cuando llegué a la oficina todas me miraban con gesto condescendiente, cómo lo odio... Así que estuve el tiempo justo y me fui.

Estar en aquel despacho nos iba a tranquilizar. Vosotras no os procupeis, sólo sois testigos. Pero volver a recordarlo todo, hablar de ello con personas ajenas a este mundo, nos intranquilizaba. Necesitamos una cerveza. Mejor un par de gin-tonics. Nos desahogamos entre nosotras, nos contamos nuestros miedos e incluso nos pusimos a frivolizar sobre el resto del mundo.

Ha sido una noche difícil. Mil vueltas en la cama para poder dormir un poco. Mi café caliente vespertino se ha enfriado hoy también demasiado rápido. El estómago se dio la vuelta. No pasa nada, no pasa nada. Pero estate preparada, esto está lleno de prensa.

Me equivoqué de sentido en el metro, llevo un par de días que me despisto con mucha facilidad. Una vez en el vagón, no quise sentarme, aunque había sitio, aunque agarrada a la barra vertical notaba que me estaba bajando el azúcar por la tensión y por no haber podido acabar con mi café antes de que se helara.

No me conoces. Pasa tranquila, tú dominas el tema. Pero cuando dijeron mi nombre se me acercaron muchas personas sin cara a preguntarme. Yo no dije nada. En la sala tenía visión de tubo sobre todo lo que había dentro. Sé que había demasiada luz y no sabía de dónde venía. Sí, me ratifico en todo. No, no había problemas. Y poco más. Muy pocas preguntas para toda la gente que había ahí dentro. Y yo allí, en el medio, sentada en una silla de madera, con un micrófono en la cara. Pero más tranquila, quizá sólo con el miedo de mi propia timidez.

Salgo y mas preguntas sin cara. Me persiguen por las escaleras. Oigo que alguien habla del color de mi vestido y cuando salgo a la calle hay mil abejas persiguiéndome. Demasiado para mí, demasido agobio. Dejadme tranquila, no voy a decir nada.

Ya ha pasado todo y ahora mi cuerpo está cansado y me duele la cabeza.

Necesito una cerveza.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Bar Italia

Maravillosa canción... Es de Pulp, gran grupo.

Now if you can stand,
I would like to take you by the hand, yeah,
and go for a walk,
past people as they go to work.

Oh, let's get out of this place,
before they tell us that we've just died.
Move, move quick, you've gotta move.
Come on it's through, come on it's time.
Oh look at you, you,
you're looking so confused,
just what did you lose?

If you can make an
order could you get me one?
Two sugars would be great,
cos I'm fading fast,
and it's nearly dawn.

If they knocked down this place, this place,
it'd still look much better than you.
Move, move quick, you've gotta move.
Come on it's through, come on it's time.
Oh look at you, you,
you're looking so confused,
what did you lose?
Oh, it's ok it's just your mind.

If we get through this alive,
I'll meet you next week, same place, same time.
Oh move, move quick you've gotta move.
Come on it's through, come on it's time.
Oh look at you, you,
you're looking so confused,
what did you lose?

That's what you get from clubbing it.
You can't go home and go to bed,
because it hasn't worn off yet,
and now it's morning.
There's only one place we can go.
It's around the corner in Soho,
where other broken people go.
Let's go.

domingo, 12 de octubre de 2008

Después de la fiesta.



-Después de la fiesta, me voy. Digo la verdad y no vuelvo nunca más.
-Eso mismo dijiste antes de la anterior fiesta, y de la anterior, y de la otra... Todas las semanas desde hace meses te escucho lo mismo. Y vuelves a caer.
-Pero esta vez lo digo de verdad. Me he parado, he reflexionado y he llegado a la conclusión de que esta será la última fiesta, no habrá más. Pero tengo que ir.
-¿Por qué?
-Me esperan. No puedo decir que no. Y no tengo un plan mejor, prefiero un ir a esa fiesta que quedarme en casa limpiando la cenizas de mi chimenea.
-Podrías pensar en las consecuencias que tienen los actos. Seguramente lo pasarás bien en la dichosa fiesta, pero ¿y después? Piensa en todo lo que suele ocurrirte después. Recuerda esos días de resaca en soledad. Recuerda como te sentirás cuando te levantes desnuda de esa cama. ¿Realmente merece la pena?
-Bueno, a veces una tiene que vender su alma al demonio por conseguir un pedacito de cielo...
-Quédate. Resuelve tus dudas. Limpia tu chimenea. Enfréntate a tu soledad, a tu libertad, que tanto miedo te da.
-Esta vez ya lo he decidido. Tengo un vestido precioso preparado, no quiero quedarme aquí mientras el mundo se divierte. Pero será la última vez. Tengo otros planes para luego, algo bueno de verdad.
-Eso nunca pasará porque huyes y vas esquivando todo lo bueno que te puede pasar. Olvídate. No estás siendo sincera y eso lo terminarás pagando.
-No me vengas ahora con esos rollos del karma. Si todo tiene una consecuencia, una recompesa o un castigo, todos seríamos buenos. No recuerdo haber recibido nunca nada por actuar con cordura, es más, creo que me perdí muchas cosas. Déjame en paz, es tardísimo y me tengo que ir.
-No vayas, quédate... Esta vez no te han invitado.

viernes, 10 de octubre de 2008

Soledad vs. Una misma



Un día ocurre algo y de pronto te sientes realmente sola en el mundo. Es la misma soledad que a diario viaja contigo, que se apoya en tu espalda, pero que sobrellevas, hasta el momento en que pasa algo que te pone entre las cuerdas y necesitas sentarte en tu esquina del ring, que te empapen la cara de agua, te den palabras de ánimo y que incluso, tiren tu toalla y te dejen descansar. Y te vas a tu esquina. Y resulta que está vacía. Y si te quieres sentar tienes que hacerlo en el suelo. Entonces vuelves al ring, pero ya estás tocada. Pones la cara, pero no como acto de valentía, sino esperando el golpe que definitivamente te deje kao y, si es posible, no demasiado sonada en el futuro. Pero el gancho de gracia no llega y ya estás demasiado cansada. Así que sales corriendo, huyes no sabes muy bien a donde, pero sí con quién: Sola.

Durante la huída pasas muchas cosas por alto, no sabes cómo enfrentarlas, haces daño sin golpes. Pero la cabeza no está fría para pensar, ni caliente para actuar. Durante la huída oyes cantos de sirena y les haces caso, es lo más fácil. Y no te ofrecen un simple taburete en la esquina de tu sórdido ring, si no un cómodo sofá para echarse a llorar sin condiciones, para dormir. Y te dejas llevar... Son cantos de sirena, pero para cuando te has querido dar cuenta, ya es demasiado tarde para volver a atrás, ya has comprometido demasiadas cosas y, lo que es peor, ya has devastado irremediablemente todo lo que pisaste en tu huída.

Comienza una nueva lucha. En la esquina derecha del ring, tú, sola, siempre sola. En la izquierda, tu equivocación, arropada por el mundo entero. Primer round...

Jamás lo admitiré. Sé que muchos de los que me dejaron sola lo están esperando, pero jamás lo haré. Cogeré mi equivocación con la mano izquierda, la haré una bola y me la tragaré. Y tampoco lo admitiré delante de los que yo he dejado solos sin intención pero sin miramientos. Me da demasiada vergüenza.

martes, 2 de septiembre de 2008

Fly me to the moon


Estoy apartada del mundo, lejos, en un lugar donde no se escuhan aviones. Por fin no escucho aviones ni a nadie que hable sobre ellos. Toda la vida entre aviones, desde antes de nacer incluso, y ahora no puedo soportarlos. Desde el 20 de Agosto todo el mundo habla sin parar de ellos, vierte culpas a quien sea sin saber, lo imporante es buscar el culpable, no importa el daño que pueda hacer. De golpe todos los que trabajamos entre aviones somos demonios, poco profesionales y con poco respeto a la vida. Es muy triste oir todo eso. Caminas por el aeropuerto y algunos pasajeros te increpan, menos mal que ya no llevo uniforme. Nadie habla de nosotros, los que nos pasamos aquel día más de veinte horas allí, los que no hemos podido dormir ni casi comer en diez días. No hablan de mis compañeros voluntarios, que han estado a plena disposición todo este tiempo, viendo y oyendo cosas que a nadie le gustaría. No dicen que muchos de nosotros hemos tenido que acudir al servicio psicológico. No dicen lo duro que es trabajar cuando ocurre una catástrofe y estás en el punto de mira. No hablan de las personas de baja porque no pudieron aguantar la presión. Dudan de nuestra profesionalidad. Nos podrán tachar de muchas cosas, podrán decir que hay retrasos, overbooking, pero no es cierto que dejemos la seguridad de lado, es nuestra prioridad absoluta. Estaría bien que muchos de los que hablan supieran qué es lo que realmente ocurre en la escala de un avión, que vieran que nada, absolutamente nada, se deja fuera de control. Para que un vuelo despegue, se mide y se pesa todo, a muchos les llamaría la atención. Me prohibieron ver las noticias, pero es inevitable... Ahora cosas que ocurren todos los días en todas las compañías del mundo saltan a la palestra con nombre propio. Nuestras declaraciones a las autoridades se publican parcialmente en los periódicos, incluso con los nombres de las personas que las hicieron. Es my triste, muy desalentador.

No todo el mundo lo entiende, ni tiene por qué. Mi madre no entiende que me sienta mal, no entiende que no quiera hablar, ni que haya desaparecido en estos días.

Ahora estoy en un lugar donde la gente no habla mi idioma. Aquí no se oyen aviones, como en mi casa, ni si quiera se nombran. Aquí la vida pasa despacito, no hay prisa por ir a ningún lado. Sólo se oyen a las vacas que hay abajo, en el campo. Y yo sólo quiero dormir. Estoy muy cansada y no tengo ganas de nada, sólo me apetece dormir. Y cosa rara, estoy durmiendo mucho, más de doce horas diarias. Cuando no duermo, trato de recuperar el apetito comiendo cosas ricas de la tierra. Y leo. Leo cuentos de lagartos que son dioses y de dioses que son demonios. No quiero volver. Quiero quedarme aquí sola, sin hacer nada. Aquí no hay estelas en el cielo. Estoy en un castillo medieval y no soy una princesa. La otra tarde bajé a ver unos menhires de más de 4000 años de antigüedad, me abracé a uno de ellos a ver si me regalaba algo de su energía milenaria, pero como siempre he sido muy escéptica, no he sentido nada. Y paseo por mi foraleza de calles empinadas, aunque poco, porque me canso mucho.

No quiero volver, aunque en algún momento tenga que hacerlo. Una parte de mí quiere seguir con su rutina de muchos años, convencida de mi profesionalidad y de lo bien que se me dan las cosas que hago. La otra parte tiene miedo. La parte cobarde gana de momento la batalla.

Aquí no se oyen ni se ven aviones. Pero lo cierto es que siempre me gustó volar.

lunes, 28 de julio de 2008

Monstruoso tiempo


El tiempo es un monstruo con ojos verdes, igualitos a los míos. Me miro al espejo y lo veo, me observa fijamente y hace que me sienta escozor en la conciencia. Me dice que no lo aprovecho, que dejo que se aburra. Me mira y me mira y me señala una arruga en la frente que antes no tenía. Yo le señalo mi lunar con intención de decirle que no todo está perdido y él se parte de risa sin ningún respeto. Trata de jugar conmigo, de engancharme, pero entonces lo miro fijamente, desafiándolo y, armada con el corrector de ojeras, trato de eliminar mi arruga. Se ríe a carcajada limpia. Me desnudo y le enseño mi cuerpo. Mira estas tetas, le digo. Y me dice que son tetas de alguien que no ha sido madre y que a este paso no lo será nunca. ¿Y? Apago la luz y salgo del baño, así, desnuda y todo. Te fastidias, tiempo maldito.

El tiempo es un monstruo pesado que pasa lento, muy lento y apela a mi paciencia. Todo llega, me dice. Y yo asiento, pero no estoy muy convencida. Tengo miedo de tirarme toda la vida esperando algo que no llegue. Me pregunto muchas veces cómo sabe uno que es "el momento". Me lo imagino como algo bíblico casi: Se abre el cielo, baja un rayo luminoso y una voz del más allá te dice, "ha llegado tu momento". Pero no conozco a alguien a quien le haya pasado... Así que espero, qué remedio. E intento empujar a esa masa mostruosa y deforme, pero cuanta más fuerza hago, más pesado se vuelve y más se ríe de mí. Maldito. Justo me pide algo de lo que carezco, paciencia. Deja de hacerme esperar, maldito.

El tiempo es un mostruo que viaja en metro. Se sienta a tu lado para recordarte que llegas tarde a trabajar. Se levanta y le dice al maquinista que, aunque son las 6:30 a.m., ha llegado el momento de ajustar el horario. El maquinista le hace caso y se tira cinco minutos parado en una estación. El monstruo se sienta a mi lado y me sonríe. Vas a llegar tarde, ¿dónde quedó la chica puntual? Yo subo la música de mi I-pod y me pongo a leer a Borges. Pero me da golpecitos en el brazo y reclama mi atención: Vas a llegar tarde. Maldito, cállete ya, lo sé.

El tiempo es un mostruo con alitas de ninfa que pasa volando en una noche de baños clandestinos, placer y conversaciones semietílicas. Suena el despertador, no puede ser. Me tengo que ir y no he dormido nada.Deberías estar acostumbrada, pobre insomne. Se viene conmigo y cuando llego a la oficina, se corta las alas y echa el ancla. Ahora las ocho horas delante de tu ordenador van a pasar muy lentas... Ni el café te salvará. Maldito, ¿por qué te cortas las alas justo ahora?

El tiempo es una hoja de mi agenda que tiene señalado en rojo el próximo fin de semana.

viernes, 25 de julio de 2008

Cómo nos gusta sufrir


Había una vez una pareja de enamorados que vivían en Zagreb, Croacia. Como se quería mucho, se pasaban el día haciéndose toda clase de regalitos amorosos, grabando CDs con música amorosa, dejándose en el móvil mensajitos amorosos y haciéndose fotos para que la posteridad envidiara sus posturas amorosas. Resulta que un día, dejaron de quererse. Me imagino que no fue cuestión de un día, sino que hubo un proceso que yo desconozco (vaya narradora que soy, desconociendo los porqués). El caso es que rompieron. Pero de repente se encontraron rodeados de una montaña de símbolos de amor totalmente obsoletos. Lo normal en estos casos tan dolorosos es devolverlos (muy feo) o deshacerse de ellos. Pero estos ex-tórtolitos decidieron reunir todos esos objetos y crear un museo: El Museo del Desamor. Ahora todo el que tenga el corazón roto puede hacer su aportación filantrópica a esta causa. Me imagino visitando el museo y ver una ristra de recuerdos cursis y lacrimógenos mientras un grupo de turistas japoneses hacen fotos sin parar a cartas de amor desteñidas, ositos de peluche despeluchados y cajas de bombones derretidos.

Y es que hay que ver cómo le gusta sufrir al ser humano. Y qué poco discreto es en su dolor. Pongamos todos nuestros recuerdos dolorosos a la vista de todos, que todo el mundo sepa cuánto nos quisimos y cuánto sufrimos ahora por la pérdida. Que todos me vean llorar, o peor todavía, que todos vean mi despecho. ¿Vosotros habeis sufrido? ¡Yo más!, que mira que regalos más grandes y más caros me hacía mi ex. Y cuando quiero recrearme en mi dolor, me acerco al museo y me paro en la vitrina de mis recuerdos y cuando el japo de turno aparece, poso con mi mejor cara de plañidera para que se lleve la foto más auténtica. Y luego se lo cuento a mis amigas como una heroicidad.

Cómo nos gusta sufrir. Hay por el mundo verdaderos especialistas en eso. Conozco gente que siempre le pasan cosas atroces y si no es a él, es a la vecina del quinto, que le pilla muy cercana. Me hacen mucha gracia, como si los demás no tuvieramos nuestras miserias y no nos costara también salir adelante. No, no, mi sonrisa metálica no viene así de serie, me la trabajo yo. Aunque parezca mentira.

Pero me temo que nuestra sociedad se creó bajo el culto al sufrimiento. Herencia cultural judeo-cristiana. Cuando alguien muere nos vestimos de negro para que todos sepan de nuestro luto. Y nos tiramos dos días velando al finado que descansa detrás de una pantalla de aséptico metracrilato, no le dejamos ir hasta que no es absoluta e higiénicamente necesario. Si no lloras de manera ostentosa, no sientes. Y si no vas a ver al difunto regularmente al cementerio, eres un desalmado. Otro museo, esta vez de la No-vida.

Todo esto a mí me parece un sufrimiento innecesario. Recordamos a los que se van, a los vivos y a los muertos. Una persona que marca, será recordada de por vida. Pero hay que seguir en pie, aunque duela el desamor y aunque el ser querido no vuelva nunca más. El dolor existe, es parte de la vida, el duelo hay que pasarlo. Mi armario está lleno de recuerdos y mi corazón también, pero dejo que posen en barrica, que se dulcifiquen y procuro quedarme con lo mejor que ese tiempo me aportó.

Mi sonrisa metálica no siempre estuvo ahí. Pero la trabajo. El resto de las personas que aparezcan en mi vida puede que se merezcan mi alegría y lo mejor de mí. No quiero que me tengan compasión. Prefiero ser tachada de frívola, no me importa, yo sé lo que tengo dentro. Más frívolo me parece a mí juzgar a alguien sólo porque demuestra sufrimiento, algo por otro lado universal.

Quien más sufre, quien llora más alto, quien se sacrifica aunque sea innecesariamente es la mejor persona y con ese hay que juntarse. Así que cuidado con juntarse conmigo, hedonista y nihilista por convicción. Creo que voy al infierno de cabeza.

miércoles, 23 de julio de 2008

Guisantes y frases célebres


Pasen y vean a la princesa del guisante. Aún no he hecho la prueba de poner hortalizas debajo de siete colchones, pero estoy segura que lo notaría. Ayer se me ocurrió bajar a darme un inocente bañito a la piscina. Allá va ella, con gafas, gorrito y untada en factor solar 65 (sí, existe), hecha un cromo vaya. No fueron más de veinte minutos, pongamos treinta. Ahora tengo quemaduras de tercer grado, estoy roja como un cangrejo. Lo que le faltaba a mi insomnio era no poderme ni rozar con las sábanas.

Mientras me embadurnaba hace un rato de aloe vera, pensé, claro, ¿así quien te va a tomar en serio? Tan paliducha y delicada. Entonces me vinieron a la cabeza unas cuantas frases célebres que he escuchado durante mi vida y que me han afirmado en que nadie me puede tomar en serio.

1- La pobre se esfuerza, pero no da para mucho más. - Mi madre cuando yo iba al colegio
2- ¡Qué cosas dices, eres más tonta! - Mi hermana mayor... siempre.
3- Si te aburres, al menos no pongas esa cara. - Una profesora del colegio.
4- Señorita, además de guapa, es usted muy inteligente. - Un profesor, por cierto cura.
3- Me gustaría que fueras mas discreta. - Mi ex
4- Mayte es feliz si le regalan un libro al igual que tú lo eres si te regalan unos zapatos. - El hermano de mi ex refiriéndose a su novia. Puntualizo que Mayte leía libros tipo Sushi para principiantes, a lo que yo dije que sí, era más feliz con unos zapatos.
5- Si quieres que te tomen en serio, no lleves el pelo rubio. - Un mecánico de aviones.
6- Si no duermes es porque no tienes la conciencia tranquila. - Mi ex.
7- Puta.- Mi ex.
8- Eres la persona más inteligente que conozco, pero a la hora de la verdad eres la más tonta. - Mi ex el argentino.
9- Ah, ¿pero tú te has leído El Quijote entero?. - Un amigo.
10- Tus cuentos son algo panolis. - Otro amigo, pero a este le perdono.
11- Escribes muy bien y me pones muy cachondo con ese vestido. - Mi profesor de escritura. El vestido llega por debajo de la rodilla, por cierto.
12- Puta histérica. - Mi ex el argentino.
13- Mujer tenías que ser. - Un taxista madrileño.
14- No te doy el puesto aunque te lo mereces por sindicalista y conflictiva.- Mi jefa.
15-
16-

Podría continuar. Da la impresión que siempre tienes que andar demostrando cosas. Lo que pasa es que cada vez me importa menos lo que piensen de mí, cada vez estoy más sana. Así que si no me tomais en serio o pensais que soy demasiado delicada porque me quemo, o demasiado tonta por ser rubia o demasiado pava por no hacer aerobic, me importa un bledo. Ya no voy a demostrar nada, es una auténtica pérdida de tiempo. Mejor lo gasto en dedicarme en estar contenta y en quien se lo merezca.

Voy a ver si duermo, con permiso de mis quemaduras y del guisante de debajo de mi colchón.

martes, 22 de julio de 2008

La gran diferencia.

Pensé al despertar que hoy tendría más calma. Pero nada más tomarme mi café y fumarme el primer cigarrillo del día (¿demasiado estimulante?) noté cierta arritmia en mi pecho. La tostada no la pude terminar. Ahora, después de sólo oir al teléfono a la locutora de Orange, mi estado de ánimo me recuerda al de Enero del año pasado. No importa que hagas las cosas por las buenas, siempre querrá pisotearte como una cucaracha. Pero esto no es Enero del 2007. Esa es una gran diferencia.

Muchas cosas han cambiado. Me manejo bien, más o menos. Ya no soy rubia y a lo mejor he perdido mi magia. Ahora estoy miope y miro las cosas enfocándolas de un modo raro. Quizá por eso lo veo todo distinto... Me puse a escribir, aunque la angustia a veces me puede, aunque parece que mi estilo es panoli-lohacesbien-tefaltaoficio-buencuento-panoli. Y fumo mucho, cogí el vicio durante aquella etapa.

Soy la misma, pero a mi lado se han movido cosas. Hay cosas distintas, cosas que siempre me han gustado. Estoy empezando a ser paciente, otra gran diferencia.

Pero odio a la señorita de Orange al teléfono.
No soporto las actitudes déspotas, las absurdas luchas de poder.
Maldita ansiedad que me acabará matando si no acabo yo antes con ella.
Odio no dormir bien y madrugar.

Pero este es otro momento y ahora estoy miope. Es la gran diferencia.

sábado, 19 de julio de 2008

Nunca más

Ya no, otra vez no. No dejaré que nadie me vuelva a hablar así ni a tratar así. Ninguna persona más va a sacar lo peor que llevo dentro para hacerme sentir realmente mala o trastornada o loca o vete a saber qué. Este es un buen momento que nadie va a pisotear, y menos alguien venido de la nada. Menos alguien lleno de complejos que intenta hacerme creer que son los míos. No, perdona, hace mucho que no tengo complejos, hace mucho que estoy bien y me valgo por mí misma. Sí, sé que puedes ser muy divertido, pero hay cosas que no podrías darme ni en mil años, y tú lo sabes y por eso te muestras así de agresivo. Pero hace mucho que no me afecta, sólo me molesta un poco porque es como tener una mosca en el oído, sabes que no te puede hacer nada, pero es molestísima, sobre todo si intentas dormir. Mi bienestar es algo interno, no tiene que ver con nada más. Es verdad que este estado me ha llevado a hacer cosas interesantes úlimamente, pero interesantes de verdad. Y a conocer a alguna persona realmente interesante, repito, interesante de verdad, no por tu escala de valores. Pero todo esto pasó porque yo estaba bien. Y nos hemos retroalimentado, mis experiencias y yo. Encantada.

No volverás a hacerme sentir una mierda, ni hacerme sentir tonta, ni siquiera fea. Ya no tienes ese poder. Creo que ahora te toca enfrentarte a ti contigo mismo, a ver qué tal te llevas, a ver a quién haces sentir culpa ahora. Lo mejor de mí te lo perdiste hace mucho y lo peor tampoco lo vas a tener, no te voy a dar razones para que reboten en mí.

He aprendido mucho en todo este tiempo. Sayonara baby.

jueves, 3 de julio de 2008

Confusion!!


A melancholy state of mind
psychic irritaton
a walk on caribbean shores
a little tantrication
curvature of flesh oh oh
exotic friendly faces
surprised to find you feel at home
come on come on and find a smile
CONFUSION!!!
you kill my lice
you flash a bra
you lick it nice
you shootin´ star
you lose your pants
you crush a man
you run it up
you´re my favourite girl
I gotta tell ya that you´re on telly
and yo´re on tonight
yeah, I wanna sell ya
thatcher ronny roger melly on the right
CONFUSION!!!
you love my beard
you trick a spy
yu melt a gun
you eat a fly
you find your pants
you understand
you run it up
you´re my favourite girl
CONFUSION!!
a melody a beat a groan
free of limitation
the weight of all the things you own
so what
fire on the beach at dawn
with dancer and her sisters
clothes are off the water´s warm
come on come on and find a smile.....

Y yo cada vez más confundida en esta borágine de días y acontecimientos.
Y ahora lo tengo claro y luego no. Pero sí, sí, clarísimo.
¡Quiero salir de aquí!
Pero no soy la única que se confunde y tengo que pagar las consecuencias de algunas mentes podridas. ¡Quiero escribir!
Y cuando más tranquila estoy, más me lío.
Ya está, es obvio, haré mi vida como si nada. Obvio, obvio.
Y por lo demás, aquí te espero!

lunes, 23 de junio de 2008

Trampas


Si se pone una trampa a alguien, es fácil que caiga, a no ser que sea una persona con una integridad de hierro, cosa nada habitual. Decepción. Estoy muy decepcionada. Pensé en lo especial, en la magia, pero esas cosas no existen por lo que yo he oído ultimamente. Mis fantasmas eran reales. ¿Por qué no me estaré quieta cuando mejor estoy? ¿Dónde va todo el tiempo que uno pierde? ¿Y la energía, en qué se transforma?

Yo también soy tramposa, muy tramposa. Y me dejo atrapar y trampear de mala manera. Pero tenía dudas. Dudaba de mi cabeza y pensaba que realmente me estaba volviendo una paranoica. Pero no.

No soporto esta sensación de continua pérdida, por mucho que ponga buena cara, por mucho que luche, que tenga intención. Pero es insoportable. Una muesca más en mi cinturón de balas. Siempre guardo una en la recámara de mi pistola por si hay extrema necesidad, pero nunca llega la sangre al río, por suerte. O por desgracia.

Hoy es la Noche Mágica de San Juan. Es que yo sí creo en la magia. Y en el azar y en la física cuántica, mi Sagrada Trinidad. No creo en el destino. Esta es una noche mágica, pero este año no tengo velas ni flores. Como mucho el agua de mi bañera, no sé si bastará. Solsticio de verano. Espero que se me ocurra algún hechizo a la luna antes de que acabe la noche. Cómo odio dormir sola últimamente... El último hechizo que se me ocurrió fue cambiarme el pelo de color, en una especie de akelarre de autoafirmación y ruptura con algunas cosas. (Sí, un pelo puede significar todo eso, aunque parezca mentira). De momento no ha pasado nada. Bueno, que el espíritu de hace dos veranos ha regresado para soliviantarme y para hacerme trampas. Por lo demás, no he notado ningún cambio a mi favor. No quería por nada del mundo pasar esta noche sola. Hice todo lo posible, pero cuando algo no fluye, no fluye. Últimamente llevo muy mal dormir sola.

sábado, 21 de junio de 2008

Lotófagos


Qué fácil es olvidar. De repente pasa algo casi insignificante y todo lo que tenía sentido hasta entonces, se olvida. Un comentario en un momento poco oportuno y se olvida el resto del tiempo que sí fue oportuno. Suena un chasquido en la cabeza y ya estamos a otra cosa, ni mejor ni peor, simplemente a otra cosa.


Qué fácil es olvidar. Uno se tira un largo tiempo diciendo que nunca más, que jamás volverá a caer en lo mismo, que una vez, vale, pero que dos no. Y de repente te acuerdas de una tarde soleada de Abril con banda sonora de los Beatles y se te olvida que has jurado por todos los santos del cielo y del infierno que no.


Qué fácil es olvidar. Me embarco en un viaje que dura años y ahí te quedas, pequeña Penélope. Dedícate a hacer calceta y a esperar, aunque vengan los mejores pretendientes del mundo a rondate a tu ventana, tú hazme una bufanda por si tengo frío a mi regreso. Yo tengo derecho a oir a las sirenas y a quien haga falta, que soy así. Y si me remuerde la conciencia, me tomo un par de lotos y listo, se me olvida todo. Pues prefiero no ser Penélope, no se me ha dado nunca bien hacer punto. Prefiero ser Helena ¡Y que arda Troya!


Qué fácil es olvidar. Mucho tiempo trabajando una independencia y una libertad, demasiado. Pero se me olvidó que me duermo mejor si me abrazan. Malditos lotos.
Anoche devoré un loto.

viernes, 13 de junio de 2008

Tiempo tectónico

Te devuelvo el reloj, pero eso no significa que te devuelva mi tiempo. Ni que no vaya a haber más terremotos en mi mundo. Tan sólo significa que te regreso tu reloj aunque yo lo considerara mío, pero como suelo tener poco apego a las cosas, no me molesta mucho. Mejor, porque seguramente lo hubiera perdido tarde o temprano y sería una pena. Perdona porque está parado, pero soy una apagafarolas. No sé siquiera cuánto tiempo hace que se quedó sin pila, quizá sea una señal, o no, sino que simplemente que las pilas se gastan, como tantas cosas en esta vida.

El otro día hubo un terremoto en Grecia, ¿quién lo provocó?

sábado, 15 de marzo de 2008

Sobre las crisis y las maneras tontas de superarlas


Las crisis personales no son malas. Por lo que sé, la palabra crisis viene del griego y significa ruptura con lo anterior. Yo a la mía no le doy demasiada importancia, la justa, la que puede causar un resfriado del que sabes que te curarás con paciencia (vaya, ya salió la palabreja), aspirina y mucha miel. A veces uno se desespera pensando cómo no hay ya un remedio para el resfriado común, el hombre a punto de llegar a Marte y yo teniendo que pasar por esto unas dos veces al año... Pero uno sale siempre, y se siente mejor, siente lo bien que se está cuando uno está bien. Lo mismo sucede con lo que estoy llamando estos días "crisis personales".

No me ha ocurrido nada fuera de lo normal como para de pronto sentir el agobio. Todo era como todos los días. Pero empecé a dormir menos aún de lo normal (sí, se puede dormir menos) y a tener mucha ansiedad. Pensé que no sabía lo que me pasaba y eso era aún peor. Me sentí atrapada en un entorno que no era lo que precisamente yo había soñado. Sentí que podría hacer muchas más cosas mucho más satisfactorias, pero no sabía cuáles, ni cómo, ni dónde. Y me sentí tremendamente sola, tremendamente incomprendida. Va a tener razón Miguel y soy igualita a Harry Haller... Pero de repente vi una luz, una puerta abierta, que puedo pasar o no, pero que está ahí. Unas conversaciones no planificadas con personas no planificadas, una música tanguera, unas cervezas y una caladita de marihuana (no sólo de crisis vive el hombre), mucho insomnio y mucho dormir me despejaron un poco. Eso y tomarme los problemas de uno a uno, si la nevera está vacía, la llenamos, si el coche necesita ruedas nuevas, me voy en el metro, etc, etc...

El lunes conseguí volver a la vida. Y fue por una cosa muy pero que muy tonta. Me regalaron un bonsai. Pero no me lo regaló alguien que me quiere, a no ser que el encargado del super donde hago la compra me adore, cosa muy improbable. Tenía muchas ganas de un bonsai y apareció, así por las buenas. Me dió mucha alegría. Es muy tonto, pero es así. Y más tonto es todavía sabiendo que a mí se me mueren todas las plantas. Pero Manolito no se va a morir, lo sé. Sí, mi bonsai se llama Manolito, qué pasa....

El martes llegué a trabajar con otro tono. La conversación insistente de mis compañeras era la misma que tanto odio y me amarga, el trabajo el mismo de todos los días, estresante y aburrido, el mismo aeropuerto de todos los días.... Pero lo llevé bien, porque iba con otra actitud. Y porque he visto que puedo aprender a hacer algo que me ha gustado siempre mucho. Y lo que es mejor, he visto que no es demasido tarde para hacerlo. Voy a aprender a escribir, sólo por el placer de hacerlo. Eso me pone de muy buen humor.

Mi vida sigue siendo la misma, pero en mi cabeza sonó un click al ver mi bonsai y al ver que puedo llegar a hacer algo que realmente me motive. Menuda obviedad, que todo el mundo sabe eso, pero no todos nos damos cuenta, metiditos en nuestra caracola de rutina. Estoy contenta. A veces no hay que esperar a que se abra el cielo, aparezca un rayo y una voz te diga lo que tienes que hacer o que ha llegado tu momento de algo. La mayoría de las veces las señales son mucho más sutiles, más elegantes y sobre todo, mucho más tontas.

Gracias amigo solitario por leerme, me encanta que lo hagas....

miércoles, 12 de marzo de 2008

Mi I-pod es mágico


Casi todos los días me voy andando al aeropuerto. Tardo unos veinte minutos y en el trayecto voy escuchando música en mi flamante I-pod. Desde que lo tengo me he vuelto adicta a él, no puedo ni ir a mirar el buzón si no es con los auriculares puestos. Algo me ha enganchado, me ha unido a él para siempre. Yo no hago mas que alimentarle de nuevas canciones, pero canciones de calidad, no cualquier cosa de las que se oyen por ahí últimamente. Cada vez intento ser más original y tener más cuidado, mi I-pod se ha vuelto muy sibarita...

¿Cómo se puede llegar a tener una relación así con un aparato electrónico? Es muy simple, mi I-pod es mágico... No me he vuelto loca, lo es de verdad y lo he comprobado empíricamente. Yo siempre pongo el menú canciones aleatorias, para que salte la que tenga que saltar. Y él dichoso aparatito sabe exactamente qué necesito escuchar, si algo más cañero o más tranquilo, si algo alegre o triste, si algo que hable de amor o de desamor. Cómo lo hace, no lo sé, pero lo hace. Debe ser que la inteligencia artificial ha avanzado mucho desde los tiempos en que yo estudiaba Prolog, y ya no es sólo capaz de pensar, si no de pensar cómo te sientes o cómo necesitas sentirte. Increible.

Pero lo del mediodía del miércoles pasado superó todas mis expectativas. Ahora venero a mi I-pod. Como todos los días en los últimos meses, me dirigía al aeropuerto caminando, con la sensación de que algo se me olvidaba, como todos los días también. Hacía sol y mucho viento. Justo antes de llegar a la pasarela que cruza la autopista y que llega a la Terminal 3, empieza a sonar una canción que no había escuchado antes. (Si me oyera aquel chico maravilloso diría que tengo lagunas mentales, pero es que a veces no sé lo que llego a bajar). Yo caminaba rápido para no llegar tarde, para que el viento no me tirara por la enclenque pasarela y porque intentaba huir de mi crisis personal, que justo empezó la noche antes. Cuando empecé a oir la letra, me paré y abrí el abrigo para ver qué sonaba. El grupo se llama "Facto delafé y las flores azules", la canción, "Enero en la playa". Yo he vivido esa misma situación que la canción evoca, en esa misma playa, con ese mismo gazpacho, ese mismo niño egoísta y ladrón de estrellas y esa misma noche durmiendo (sí, durmiendo). Fui muy feliz. Aunque ya pasó todo, fui muy feliz. Mi I-pod lo sabe y sabe que me gustaría recordarlo en ese mismo momento. En pleno inicio de mi crisis personal (el apogeo llegó dos noches después), mi I-pod me recordó lo feliz que puede llegar a ser uno con cosas sencillas, que mi vida está repleta de cositas. Escuché la canción mil veces, llegué a caminar con los ojos cerrados. Parece exagerado, pero me sentí muy viva.

Esa noche, levanté a Matías su castigo y lo volví a admitir en el messenger por esa canción, no es que me hubiera vuelto benevolente, pero quería que escuchara esta canción y doce mil kilómetros de distancia son muchos. http://www.myspace.com/factodelafeylasfloresazules