martes, 23 de diciembre de 2008

Otra vez me he perdido...

Conduzco por el centro de Madrid en una tarde de resaca. El sol invernal es cálido hoy, pero me molesta en los ojos y casi me doy con el coche de delante. Creo que mi intención es ir a mi casa (¿tengo casa ahora?) pero, como me pasa demasiado a menudo, me pierdo. Nunca lo había pensado, pero ahora que caigo, quizá me pierdo porque algo de mí no quiere volver. No, no quiero volver, seguro. Pero regreso, dando mil vueltas, haciendo un camino en zig-zag. Llevo casi cuatro días desaparecida, aunque no todo lo que me hubiera gustado. Mi vida en este intervalo de tiempo cabe en una bolsa de plástico de una tienda trendy. Pocas cosas, Pligia, Proust, Insolence, mi cepillo de dientes verde, un jersey gris mojado aún y algo de lencería. Lo necesario para subsistir como nómada un fin de semana largo, más no. El tráfico es horrible, creo que porque es Navidad, eso dicen al menos, porque yo no tengo ninguna conciencia de ello. Todos los años me empeño en la Navidad, me pido vacaciones, planifico, pienso regalos... Iba a disfrutar de todos los hábitos castizos, bocadillo de calamares en la Plaza Mayor incluído, este año que ya no tengo metal en la boca. Pero veo pasar los días... Quería una Navidad alegre, quería reirme. Pero parece que no todo el mundo quiere lo mismo. Las dos últimas navidades fueron duras y me empeñé en que esta no, pero no parece funcionar. Tendré que empeñarme más a fondo.

Continuo mi camino inventado. Tengo frio en las manos y pongo la calefacción a tope. En la radio transimiten un programa de cuentos de Italo Calvino, pero no me llego a enterar del final de niguno porque voy pensando en algo, no sé en qué. Desde luego no en el camino. Noto un tic en el labio inferior y me miro en el retrovisor. Parece que estoy aún más nerviosa de lo que pensaba. El tic se multiplica y se hace notar también en el labio superior. Mejor me fumo un cigarrillo, así seré menos consciente. Veo a gente pasear, todo muy organizado, como si todo el mundo supiera dónde tiene que ir. ¿Lo sabrán realmente? Seguro que sí. A veces creo que soy la única que se pierde. Aunque siempre me termino encontrando. Aunque sea al final.

Los de fuera se han ido ya. Los de dentro no han venido este año. No estoy triste, sólo algo desangelada, quería una Navidad alegre. Y sin tics en los labios. Y con algún regalo envuelto en celofán rojo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja cari, que intranquilizador, ehhhh aunque pongas elementos cercanos como el bocata de calamares, al final me queda una comezón, una bulle-bulle, jajaj Estas loca? estan todos los demas? Esa imagen de todos caminando hacia algun sitio como si supieran a donde tenian que ir es muy inquietante, jajaj

En fin, Navidades...¡Hay que pasarlas! jajaja Bezos.

insider dijo...

Celofán rojo? Ahí sólo puede vivir un regalo de otro tiempo.

Unknown dijo...

Otra vez????

Creo ke tú y yo andamos perdidos desde hace mucho....

Escribes DPM ke lo sepas...

Besotes

JL

El Rincón de Nuke dijo...

.....todo el mundo visto desde fuera parece tener las ideas claras pero ellos también ven lo mismo que el resto....y se preguntaran lo mismo que tu....

Feliz Navidad....

Un placer leerte.......

Möbius el Crononauta dijo...

A la Navidad le pido Navidad, y es lo que me da. Pedirle más sería demasiado.

Gracias por pasar por el blog. Veo que me tienes en lista, aunque no sé si has comentado antes, ahora mismo no te recuerdo.

Pero he echado un ojo a las historias y son interesantes. Te seguiremos de cerca.

¡saludos, y pásalo bien!